Los mercedarios, al vivir en comunidad, queremos realizar el gran deseo de Jesús: "Padre, que todos sean uno, como nosotros somos uno."
Queremos hacer nuestro lo que San Agustín expresa en la Regla, adoptada por la Orden de la Merced: "En primer término, ya que con ese fin os habéis congregado en comunidad, vivid en la casa unánimes y tened un solo corazón y una sola alma orientados hacia Dios." (Regla de S. Agustín, 3).
Nuestra vida fraterna queda muy bien recogida en nuestras Constituciones: "Los mercedarios cultivamos la unión de corazón, de espíritu y de bienes; creando un clima de amistad y afecto mutuo, compartimos lo que tenemos y lo ponemos al servicio de nuestra misión redentora." (Const. 26).
"Viviendo en común la experiencia de fe y de oración que expresamos en nuestro peculiar estilo de vida, debemos llevar unos las cargas de los otros, aceptarnos y amarnos con nuestras afinidades y diferencias estando siempre dispuestos a perdonarnos mutuamente toda ofensa." (Const. 27).
"Póngase el máximo empeño en crear una verdadera conciencia comunitaria, mediante la planificación y participación de todos los miembros en las obras y trabajos de la comunidad, con igualdad de derechos y deberes, quedando a salvo la responsabilidad que a cada cual corresponda en razón de su oficio.” (Const. 29).