"Siguiendo a san Pedro Nolasco e iluminados por su carisma, los mercedarios creemos que nuestra misión liberadora pertenece a la naturaleza de la Orden y la ejercemos en nombre de la Iglesia, desde una íntima comunicación con Dios y una real encarnación en las necesidades de los hombre." (Constituciones de la Orden de la Merced, nº 13).
“Para cumplir esta misión, impulsados por la caridad, nos consagramos a Dios con un voto particular, en virtud del cual prometemos dar la vida como Cristo la dio por nosotros, si fuere necesario, para salvar a los cristianos que se encuentran en extremo peligro de perder su fe, en las nuevas formas de cautividad.” (Constituciones de la Orden de la Merced, nº 14)
El cuarto voto de redención, de dar la vida cuando peligra la fe de nuestros hermanos, tiene varias lecturas y no todas ellas son auténticamente evangélicas. Parece claro que este voto es una señal de nuestra identidad y originalidad en la Iglesia y merece la pena que lo clarifiquemos y lo situemos en el lugar que le corresponde dentro de nuestra consagración. No se trata de quitarle su fuerza o su radicalidad, sino de orientarlo en el contexto del evangelio para que no se convierta en un gesto aislado o fanático que pueda quitar fuerza y sentido a nuestra entrega. Dar la vida , así en frío, suena a fanatismo.
Nuestros hermanos mercedarios no hacían un voto de dar la vida como señal de inmolación y gesto de radicalidad. Lo hacían, y lo hacemos, como medio de liberación personal y social, como señal de entrega liberadora. No creemos que inmolarse sea una virtud en sí misma, sino un medio que va encaminado a la libertad y hace posible la vida de nuestros hermanos.
El mercedario ha descubierto que su vocación liberadora le pide “jugarse la vida” cada instante por hacer creíble el evangelio. Y la vida hoy, puede jugarse en muchos campos y situaciones, cuando prevalece el deseo de entrega y de servicio por amor redentor. No somos aventureros que disfrutan en situaciones de riesgo y asumen el peligro de perder la vida. Somos enviados a liberar, a amar, a servir, a denunciar la cautividad y la injusticia que la genera, y en ello no tenemos miedo y arriesgamos la vida porque el ideal que buscamos merece todo nuestro empeño.